Los artículos eran comprados principalmente por la emergente clase media. La introducción del ganchillo como imitación de un símbolo de prestigio, más que una artesanía única por sí misma, había estigmatizado la práctica corriente. Aquellos que podían permitirse el lujo de encajes elaborados por métodos más caros y antiguos desdeñaban el ganchillo como una copia barata. Esta impronta fue en parte mitigada por la reina Victoria, quien de forma abierta compraba encajes de ganchillo artesanales de Irlanda e incluso aprendió ella misma a tejer.
Los encajes de ganchillo irlandés fueron además promocionados por mademoiselleRiego de la Branchardieres alrededor de 1842 quien publicó patrones e instrucciones para reproducir encaje de bolillos y filtiré con esta técnica, junto con muchas publicaciones para elaborar ropa tejida a ganchilllo en lana. Los patrones disponibles ya en la década de 1840 eran variados y complejos.
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